Expresiones

El pueblo lo hizo

Por Arnulfo Arias Olivares

A muchos no se les puede culpar por haber perdido ya la fe en el ejercicio público. Y hasta ven con malos ojos ya cualquier participación que lleve en sí un componente “político”, porque sienten, justificados en la experiencia, que toda esa iniciativa es una verdadera burla al ciudadano. A veces pienso que tienen razón, y que un político que es padre, por ejemplo, debe presentarse ante el público simplemente como un padre y después como un político; que una madre que ansía participar en el motor que mueve a su comunidad, debe verse como una madre preocupada por el futuro de sus hijos y, luego, por aquel futuro de su población. Y es que en ese tema debería haber una simbiosis, una especie de cordón umbilical entre la vida del hogar sencillo y una participación pública, a la que erradamente le hemos dado más solemnidad de la que verdaderamente se merece. Se vive, se sirve, se muere. Términos sencillos para expresar nuestra realidad por este mundo pasajero.
Muchos, cínicamente, consideran ya perdida esta generación, y nuestra juventud y nuestro electorado. A esos les decimos que el remedio podría ser tal vez muy simple, y que implica la aplicación de un código moral que es conocido ya en el propio hogar trabajador y en la comunidad unida. Requerimos simplemente una nacionalidad y una ciudadanía bien ejercida, responsable y solidariamente aplicada entre el individuo y su comunidad. No se confunda la política, como el vehículo que es, con el anhelo propio de todo panameño. La política se hizo para el hombre y no el hombre para la política. El problema de todos los partidos ha sido precisamente ese alejamiento progresivo de un sencillo código moral de servicio, de familia y de comunidad, que reclama todo buen ciudadano.
Sí se puede y sí se debe llevar el progreso hasta los rincones más remotos y olvidados de nuestra nación, buscando el desarrollo integral como puntero. Esas iniciativas fueron ya enunciadas y aplicadas en otras latitudes de Latinoamérica y por insignes pensadores políticos que han buscado su realización, como Belaúnde Terry. “El Pueblo lo Hizo”, era la única frase que enunciaba toda obra en su gobierno; buscó, en realidad, la participación activa de la comunidad en toda obra y hasta donde fuese ello posible. A un pueblo que trabaja unido, se le puede ayudar también en unidad. Una manera sana y viable de lograr obras a nivel comunitario, no es necesariamente hervir en protestas y esperar que sea el gobierno el único actor que recurra a resolver en forma integral los problemas comunitarios; esa conducta, por sí sola, raya en la irresponsabilidad colectiva y en un paternalismo insano.
En aquellas obras que se limiten a las pequeñas municipalidades de nuestro país, se debería recrear y redefinir la forma de llevar a ejecución las mismas. La comunidad debe ser el principal portador y gestor de las esas iniciativas, por medio de sus gobiernos locales que, por lo menos en esos actos, tendrán que abandonar del todo su bandería política. Así darían inicio al apoyo necesario, que debe involucrar la comunión total de esfuerzos: el recurso humano y voluntario de la comunidad; un gobierno central comprometido únicamente con sobrellevar y dirigir técnicamente; y, tal vez, una iniciativa privada que aporte parte del financiamiento a cambio de una exención fiscal por sumas aportadas.
Al final esas obras deben inaugurarse con una sola y merecida placa conmemorativa, y con la participación protagónica de una comunidad en pleno que sea la dueña orgullosa de la misma. Y esa placa develada debe únicamente decir: “EL PUEBLO LO HIZO”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *