Llegó el momento de reflexionar o de seguir en el estanque con los tiburones
Edmundo Dante Dolphy / La Verdad Panamá
El Tribunal Electoral activó el gatillo para dar inicio al agitado proceso electoral con miras a las elecciones generales del año 2024, en un ambiente complicado para la mayoría de los ciudadanos panameños que maniobra para no sucumbir ante la tormenta de una crisis económica y social que ha arrasado con miles de empleos, que ha dejado niños y niñas con hambre en el camino, creando un desasosiego alarmante y peligroso.
Está en manos de cada ciudadano dejarse envolver una vez más o, en esta oportunidad, utilizar su mejor arma como ser humano que es la reflexión, el reclamar de sus candidatos propuestas viables y no discursos vacíos que vendrán acompañados de dádivas, bolsas de comidas, promesas de trabajo y una mejor calidad de vida que jamás pensaron ofrecer porque su interés es llegar al cargo para, en su mayoría, asaltar los caudales públicos sin el menor remordimiento.
Reconozco que esto no es fácil, mucho menos en las condiciones en las que se encuentra Panamá, con niveles de pobreza y extrema pobreza preocupantes, con una educación pública que se arrastra por los pasillos de escuelas no aptas para albergar a los hijos de la patria sin entrar a detallar las falencias desde el punto de vista académico. Es este precisamente el ambiente que el político se niega a cambiar, que se niega a transformar con el único objetivo -perverso por cierto- de mantener una dependencia a las asistencias sociales en todos los renglones.
Que no les vengan con la retórica del rescate institucional, del desarrollo de políticas públicas dirigidas a fomentar el desarrollo humano, en el respeto a la democracia y a los derechos inalienables de todos los ciudadanos.
No, la institucionalidad y el respeto a la democracia tienen como base o fundamento, la transparencia, el manejo responsable de los recursos del Estado, administrar con probidad la riqueza nacional, en contravía de lo que históricamente hemos vivido que no es más que el latrocinio, el ejercicio de una corrupción institucionalizada que generalmente culmina en la impunidad.
¡Dale valor a tu voto, no lo botes!