Expresiones

Con mis hijos no te metas

Por  Victoriano Rodríguez Santos

La marcha del jueves 13 de julio de 2017, rompió todas las expectativas de quienes desde la administración gubernamental, o afiliados, pretenden imponerle al pueblo panameño el ofensivo matrimonio entre personas del mismo sexo.

Fue una caminata de mucho respeto y gran contenido; de rechazo a quienes abanican esa ilusión de la unión que el pueblo rehúsa. Muchos esperábamos ver a la señora periodista Lorena Castillo de Varela, esposa del señor presidente de la República, en primera fila, al igual que lo hizo con los grupos gay y quienes promueven el matrimonio entre ellos o ellas.

Esperábamos ver a los diputados, que tanto dicen deberse a este pueblo, ¿padres de qué patria? Mientras la población se preguntaba ¿Si este no es el pueblo, el pueblo donde está? El pueblo está en la calle gritando: Con mis hijos no te metas.

Lo criticable de este asunto es que, en este país, hay menos de 40 mil homosexuales y lesbianas, es decir, no llegan al 1% de la población, pero que por el respaldo de la señora Primera Dama, la vicepresidente de la República y algunos diputados, más del 99% de la población, tenga que soportar y permitir que aceptemos lo que por principios, éticos, morales y costumbres, es inaceptable en Panamá.

Después de esa congregación multitudinaria de personas, con cientos de miles de panameños en la calle, exigiendo respeto, salen algunos detractores a criticar la inexistencia de carteles contra la corrupción, violencia familiar, inseguridad, etc., todo porque ellos no tienen poder de convocatoria ni credibilidad, para lograrlo.

Inconcebible. Producto del interés pernicioso y mezquino de algunos políticos, la sociedad panameña será arrastrada a un infierno, destruyendo el semillero de la sociedad, la familia.

Hoy promueven el matrimonio entre personas del mismo sexo, luego vendrá la adopción de niños, posterior la relación con animales u objetos y finalmente, cuando ya la mayoría cojeé del mismo lado, quizás lleguen a matar a quienes no seamos gay.

El problema no son los gay, que mantienen su compostura, es de aquellas que hacen de su vestimenta y acciones, vulgaridad. Dios te salve, Panamá.

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