Expresiones

El fraude como cultura social y política

Por Juan Carlos Espinal 
La alteración de las actas de nacimiento es una de las estrategias utilizadas por los busca talentos de las grandes ligas del béisbol norteamericano para firmar jóvenes talentos dominicanos simulando menor edad y alcanzar mayor cantidad de dinero. Los jóvenes talentos del béisbol tienen asesores que les proporcionan anabólicos prohibidos que les permiten el crecimiento hormonal, aumento de peso que acelera el rendimiento.

En las aulas de los colegios privados y de los liceos públicos la cultura del fraude se instala desde muy temprano. Consiste en copiar las respuestas de los exámenes en papeles y con ello superar las pruebas en el objetivo de engañar al profesor titular con falsos conocimientos adquiridos. La falsificación de títulos académicos y diplomas se ha constituido en una práctica tanto en las universidades como en los centros de altos estudios del país.

Los dominican@s se van en rojo de una manera tan inusual que existe un código cultural establecido que se ha hecho norma sin sanción convirtiéndonos en homicidas involuntarios. Las falsificaciones de actas de nacimiento, las alteraciones en los pasaportes ( machetes), los falsos matrimonios para adquirir la visa norteamericana, residencia en EU o la nacionalidad forman parte del arsenal creativo de los dominicanos.

El factor socio económico, el abismo que separa a quienes tienen la posibilidad de acceder a educación, salud y trabajo de quienes no han logrado insertarse en la vida productiva impulsa semejante cultura del fraude.

La cultura del fraude está vinculada a lo que Pedro Mir establecía en sus ensayos históricos y sociales como una bella historia de hambre. Los dominicanos rara vez llegamos a tiempo a las citas y muy pocas veces cumplimos los compromisos. En su mayoría delegamos las responsabilidades e incumplimos con las obligaciones.

Los empresarios más poderosos evaden el 45% del pago del ITBS y el 60% del ISR. La cultura del fraude se extiende al comercio donde todos estamos pagando los precios más altos de América Latina como consecuencia de la alteración de las autoridades sobre los % s de regulación. Los niveles de inseguridad jurídica, las enormes brechas sociales y económicas, el clima de incertidumbre que divide los hogares, el aumento vertiginoso de los divorcios, el uso y el abuso del poder, la mentira como instrumento de falsa valoración muestran las distintas facetas de la cultura del fraude en el país.

A todo aquel que se le nombra en un cargo público es sospechoso de recibir sobornos y de sobornar a otros funcionarios.
Todos sabemos que para un empresario poder crecer debe pagar el 10% del importe general del contrato. En República Dominicana los niveles de penetración de la cultura del fraude ha llevado a los dominicanos a pagar miles de pesos para tomar un bote de madera, arriesgar su vida en el canal de la Mona y abandonar el país en busca de mejor vida. Es decir, un amplio sector de la población prefiere ser alimento de los tiburones antes que mantener los azarosos niveles de vida.

La falsificación de títulos de propiedad muestra uno de los rostros más cínicos de la realidad dominicana al existir más titulos inmobiliarios que terrenos. La baja credibilidad de la población en la Policía Nacional es el reflejo del derrumbe de la confianza en las instituciones. Los dominicanos saben que deben sobornar a las autoridades encargadas de administrar el transporte urbano y esa conducta es frecuente en el sector privado.

La publicidad engañosa, los falsos recursos propagandísticos sobre las ofertas de precios explican en gran medida la proclividad de los dominicanos al engaño. Y es que los dominicanos han tenido que hurtar para sobrevivir la explotación capitalista que se le ha impuesto. Los supermercados no devuelven los centavos y rara vez establecen regulaciones a las fechas de vencimiento de los productos. La cultura del fraude se extiende a los medios de comunicación, la justicia, las iglesias, los partidos y forma parte de un profundo vacío espiritual que se puede verificar en la incapacidad del ciudadano de respetar el orden de la fila.

Los dominicanos están plenamente convencidos que ningún rico ha alcanzado su fortuna honradamente. Saben que el pago de sus impuestos es dilapidado por las castas sociales de mayores privilegios y entienden que poseer doble contabilidad, evadir el pago de la energía, la basura y los impuestos le permitirá sobrevivir la próxima quincena. Los bancos timan y las estaciones de combustibles son proclives a alterar la cantidad de combustible servida. Muchas veces o casi todas las veces los negocios evaden el pago de las tarjetas de crédito a través de los sistemas de pagos electrónicos para utilizar el efectivo y no presentar facturas al fisco.

La personalidad de nuestra sociedad se ha materializado sobre la base de la desconfianza, la hipocrecía y el miedo. Saber que el salami Induveca tenía residuos de materia fecal no disminuyó las ventas porque los dominicanos están convencidos que los empresarios son parte intrínseca del fraude como cultura nacional. Se han realizado diversas investigaciones sobre la propensión de nuestra contemporaneidad al delito.

Y es que la base material de las familias dominicanas es su fuerza de trabajo más que la creatividad analítica. Es preciso indicar que la cultura del fraude en esta sociedad se da abajo, arriba y en el medio. Bien puede ser el cura como el pastor protestante. Esa cultura del fraude está incrustada en los departamentos de compras y contrataciones, en la compra de votos en las elecciones, en los contratos de minas, energías y combustibles.

No obstante, ese mismo dominicano que en su país viola las leyes de tránsito es el mismo que llega a Nueva York y no lanza basura a las calles. Que sucede en la mente del dominicano que realiza la fila en silencio en el banco privado y al visitar el consulado de los EU, sin embargo en la fila del Banco de Reservas busca saltarse la fila? Los factores sicológicos y sociales han producido un ciudadano atiborrado de grandes complejidades y complejos socio culturales.

Eso de rendir los jugos con agua tiene mucho que ver con una cultura de pobreza y amplios ciclos históricos de escasez. El Banco Central utiliza unos mecanismos de ocultamiento de la realidad cuyos tecnicismos son la mayor forma de estafar la conciencia social de los jóvenes. La manipulación de cifras, datos, estadísticas forma parte de esta política. El BULTO es la mitad de las estrategias para ganar estatus social.

Los dominicanos de menos de 40 años están sufriendo con mayor frecuencia de enfermedades cardiológicas y accidentes vasculares. Ello tiene mucho que ver con el estilo de vida, el estrés emocional, la presión social y las exigencias de una vida ligth de consumo que lo delata. Robarse la energía eléctrica es un deporte. Y es que vivir de la apariencia tiene mucho que ver con una forma de rebeldía y venganza social. Usualmente los exámenes médicos se utilizan como un mecanismo de evasión laboral.

Estamos asistiendo a uno de los procesos socio culturales de mayor disrupción formativa expresada en la ausencia de cohesión social. Por que será que los vendedores de jugo le echan más hielo al vaso a la hora de servir el producto vendido? Que motiva a las envasadoras de GLP a no llenar el tanque y cumplir las normas de regulación?
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