Expresiones

Buen viaje maestro Garzo…

Por Rigoberto Dumas Castillero

A lo largo de mis 32 años de ejercer el periodismo, he tenido la oportunidad de trabajar con grandes maestros que dejaron huellas muy profundas en mí actuar profesional.

Uno de estos es Don Alfredo “Wilfi” Jiménez Vélez, a quien conocí en 1990, luego de la invasión, cuando tuve la oportunidad de ingresar a las filas del Diario La Prensa.

Yo venía de la Radio Nacional de Panamá, era un “pelao” y en el diario “Libre” que lucho contra el régimen militar, recuerdo que de cariño me decían el periodista CODEPADI solo porque trabajar en el Gobierno de aquel entonces.

Llegue con mi grabadora de casette y muchas ganas de poner mi nombre en el “techo” del periódico que era el lugar que se disputaban los periodistas para que salieran publicadas sus notas.

Recuerdo que Winston Robles, Director de La Prensa me daba un mes de prueba por mi trabajo y me dijo que le importaba poco donde había laborado. “Demuestra lo que tienes”.

Así que me dije “manos a la obra” y a buscar noticias se ha dicho. A los 15 días, el doctor Robles me dice “Te quedas”. Que alegría para mí. Luego de una semana, en la redacción me llama por el teléfono Wilfi Jiménez y me dice “te invito a un café”

Fuimos al Restaurante Waikiki, no recuerdo si tenía otro nombre. Nos fuimos en su auto Hyundai y allí pidió dos café. Me miro y fue directo al grano. “Veo que tienes madera, haces buenas notas, pero te falta meterle la salsa, el guiso, la carne a la noticia”

Te voy a dar algunos tips y gánate los techos. Así fue, y comprendí que de un hecho que pareciera insignificante había una gran noticia, no por alterarla ni nada por el estilo, sino buscando lo que le resulta interesante al lector.

Wilfi le buscaba lo interesante de las cosas, lo que otros piensan que no tiene valor e hice buenas publicaciones. Recuerdo que en las tardes, cuando entregábamos en una lista las noticias que teníamos, para diseñar el periódico de acuerdo a las notas, me llamaba y decía “métele carne a tu nota”.

Pero la lección que me dio Wilfi y que siempre recuerdo, fue cuando me mando a cubrir junto a Aurelio, en un Fiat blanco, uno de sus hijos que es fotógrafo, el paso por el Canal de Panamá de un barco con carga radioactiva, el cual, grupos ambientalistas realizaron actividades en las esclusas de Miraflores.

Llegamos al lugar como a las 4 de la mañana de un domingo y eran las 11 de la noche del mismo día y el dichoso barco no se asomaba. Lo llame por Radio troncal (no existía el celular) y le dije voy a la redacción a escribir la nota y me voy.

Eso hice, Aurelio si se quedó en el lugar. Deje la nota abierta, solo había que colocar si pasaba o no pasaba. Al día siguiente sale la noticia a seis columnas pero decía por Redacción de La Prensa.

El maldito barco (transporta carga radioactivas) paso a eso de la una de la mañana del lunes. Cuando llego al periódico a las 7:30 de la mañana, pensé que era un error el que no colocaran mi nombre como autor y le pregunte a Wilfi y este me respondió “la noticia era tuya pero no la terminaste, uno no deja las cosas inconclusas”.

Otra raya para el tigre y una gran lección de vida. Luego que salí de La Prensa, y entre a trabajar a RPC Radio, Wilfi me llama y me incorporo como su periodista en el Semanario Quibo.

Allí me gradué con esta personalidad del periodismo panameño, lo demás es historia. El tiempo implacable paso, Wilfi sumo más años a su vida, luego se enfermó y Papa Dios lo mando a llamar.

Hasta luego maestro, siempre te recordare y creo que en este momento ya habrá dibujado su primera caricatura en el reino de Dios.

Posdata: Cuando paso por la Presidencia, me recuerdo de él, al ver a las Garzas y su pileta.

 

 

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