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Obituario

Milray Leah Noad de Barrow  nació el 12 de enero de 1924, hija de James Noad y Rose Lee, dos inmigrantes caribeños quienes, como otros miles, arribaron al Istmo de Panamá en el ánimo de tomar parte en las oportunidades que derivaban de la colosal aventura de la construcción de la vía interoceánica.

El barrio de Calidonia fue asiento inicial de los años de su primera juventud. Creció en el seno de una familia raizal afroantillana en proceso de integración a la comunidad criolla de la época. En ese proceso de socialización fue construyendo su panameñidad con rasgos singulares. Allí adquirió las esencias, valores, principios religiosos y expresiones culturales, que fueron dejando huellas en sus vivencias tempranas. Esas primeras experiencias de vida luego fueron trasladadas a sus descendientes, construyendo en la familia un sentido muy firme de una identidad afropanameña.

Milray pasó una etapa de su vida en Colón, en compañía de familiares que le ofrecieron la oportunidad de adentrarse en la congenialidad propia de nuestra gente de la segunda ciudad del país. Seguidarmente, inició su ciclo laboral, que cumplió en distintas dependencias de la otrora Zona del Canal, particularmente, aquellas destinadas a los servicios comerciales (abastos), que la administración
norteamericana ofrecía a la comunidad estadounidense que residía en la franja canalera. En sus labores, desde el comienzo, Milray mostró su capacidad de desempeño, con disciplina, temple y meticulosidad, en cada una de las responsabilidades asignadas. Y así prosiguió hasta su jubilación con la Compañía del Canal de Panamá.

El amor llegó, y estuvo por siempre en la vida de Milray, desde que conoció a quien sería su consorte y compañero eterno: Albert Sidney Barrow Cadogan (+), con quien contrajo nupcias, dando en su devenir fruto a cinco hijos: Emelda (+), Rolando, Alberto, Felipe (+) y Milsa, a quienes crió con sostenido afecto, espíritu de convicciones sólidas, siempre orientadas en línea a propiciar la unidad familiar, como pilar central, amparada en valores cristianos. En todo ese afán, Milray mostró entereza y fuerza inquebrantables.

Como parte importante de su legado, es imperioso destacar que Milray fue muy estricta y celosa con respecto a la educación de sus hijos. Una de sus reglas
inamovibles apuntaba a que la educación era compromiso y horizonte de su responsabilidad maternal y ciudadana. Para Milray esa fue una de sus prioridades, además de la especial atención que siempre le dispensó a su primogénita Emelda.

Como madre primero, abuela después, y posteriormente como bisabuela, Milray entregó todo su ser. Hasta sus momentos finales, ella continuó incólume siendo el eje vertebrador de la familia. Lúcida, cálida en afectos, fuerte. Así se fue al Descanso Eterno el pasado16 de septiembre de 2022.

Milray, fue asidua propulsora de la emblemática Parroquia Episcopal San Cristóbal. Allí desempeñó sendas misiones, como
activista permanente para la proyección de labores sociales propias de la Iglesia Anglicana, junto con tantos cofrades, Hermanos y Hermanas que recordamos con simpatía.

Celebramos los 98 años de la vida de nuestra madre, abuela y bisabuela amantísima, quien cumplió los propósitos que ella se trazó como misión y sentido en el ámbito de la comunidad a la cual sirvió con sencillez, buscando ser siempre comprensiva, tolerante y promotora de armonía, así como empatía hacia los menos favorecidos.

Sobreviven a la señora Milray, sus hijos: Rolando, Alberto y Milsa; sus nueras Michela, Leyda y Mélida; sus nietas y nietos Edilia, Tulany (Kevin Doglio), Keyla (Sanches Atkinson), Akeem, Vania, Astrid, Britney y Diandra. Cayden Atkinson Barrow –bisnieto- , y múltiples familiares.

El recuerdo de nuestra madre – abuela – bisabuela Milray Leah Noad de Barrow, será indeclinable en nuestro pensamiento y corazones, como ejemplo de vida inspiradora y como fortaleza ante cruciales circunstancias y pruebas.

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